El poder de la ciudad de Murcia

COLUMNA: El poder de la Ciudad de Murcia

Camino por las acogedoras calles del casco antiguo de Murcia. Me da la sensación de que aquí todavía no se ha inventado el turismo.
El sol brilla de maravilla en el Rio de Segura, disfruto de la gente que pasa tranquilamente. Las palmeras se mecen majestuosamente, pequeños botes se mecen en el río.
Los turistas no están allí, o nunca han estado aquí.

Y de nuevo está esa imagen de que la ciudad de Murcia es un lugar en sí mismo. Sigo caminando y por el rabillo del ojo veo aparecer la catedral en todo su esplendor. La enorme plaza está llena de convivencia y hay una diversidad de bares y restaurantes.

El reloj español en mi estómago decide que es hora de cenar. Tengo muchas opciones. Busco sitio en una pequeña terraza. El dulce viejo camarero me recomienda estofado de costillas. Bien, así será una auténtica sopa de patata manjar murciano con costillitas.

Disfrutar de su cena,

jelco